miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOS NIÑOS YANQUIS JUEGAN AL BÉISBOL EN LAS CALLES

JA, JA, JA. Amados vampiros, prepárense para el alunizaje sonoro de la radio más sangrienta del universo lunático. Con ustedes, tras una larga hibernación,
RADIO  VAMPIROU  INTERNACIONALLLLLL!!!!

  "Los niños yanquis juegan/al béisbol en las calles, los niños libios corren/entre bombas y escombros. Reagan tiene almorranas/su culo escupe sangre"(extracto de canción, recurrente, de Código Neurótico)

  Las historia se reproduce con preocupante fidelidad. Eterno retorno a sangre y fuego. El pueblo libio es todo un ejemplo de dignidad y vanguardia revolucionaria así como de objeto de opresión y exterminio. Ya fue el primer pueblo en conseguir la independencia en África y su experiencia emancipatoria desencadenó la (supuesta) liberación colonial de todo su continente. Como suele ocurrir en toda revolución el poder popular se lo apropian unos pocos. En esto Libia no fue vanguardia y reprodujo la eterna maldición de la historia de los movimientos sociales que tornan a políticos (poder puro y duro); si no a religiosos, como probablemente ocurra ahora. Primero el rey Idris, luego Gadafi y ahora...más sangre, más fuego.
Hace casi treinta años, Libia, también sufrió los bombardeos del imperio.Todo un pueblo inocente y oprimido sufrió los pepinos que le salieron del culo a Reagan, en represalia por el apoyo de Gadafi a grupos terroristas.
El germen de los actuales movimientos populares en los países árabes es puramente libertario. El grito desesperado de una sociedad oprimida por la dictadura y la escasez de pan. Ambas cuestiones subvencionadas por los países imperialistas que ora matan a un pueblo de hambre con el bloqueo económico, ora blindan el poder de un sátrapa a cambio del negro líquido elemento, y de la entrada de sus multinacionales. El eterno problema colonial. Neo, solo es un personaje de pelicula.
Mientras la ciudadanía libia se jugaba la vida y la dignidad contra su férreo régimen todos los mandatarios occidentales, miembros de la Otan y de la Onu, andaban muy preocupados por el color que le iban a poner a los Mercedes que les había regalado el dinero gadafo. Pero como la codicia y la justicia son infinitas, se decidió excluir los cielos y teñirlos de fuego. Se puso en marcha el peligroso unívoco envoltorio mediático y, de repente, occidente se volvió revolucionario.
No existe guerra justa. En el macabro juego de la guerra nadie entra sin cobrar. Quienes participan invierten su dinero, quienes se oponen: su sangre y su libertad.
Esta canción va dedicada a estos últimos.

                                                           

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